M.A. Brenda Aralibd Ríos Ibarra, Abril 2021
Las empresas se enfrentan a
diario con retos y problemas en un mercado cada vez más competitivo. Para
conseguir resultados óptimos es necesario equilibrar el pensamiento analítico
con un pensamiento intuitivo, más creativo, visual y emocional, ya que contar
con un excelente capital humano, tecnología de punta y recursos para llevar a
cabo los procesos operativos de estas, podría resultar insuficiente en este
mundo cambiante, donde los negocios que se apegan a lo ya establecido, a lo que
funciona, corren el riesgo de quedarse rezagados y verse sobrepasados por la
competencia.
Los consumidores se han vuelto cada
vez más exigentes, en parte, debido a la facilidad de acceso de información
casi de manera instantánea a través del uso del internet. Hoy en día los
artículos que se adquieren no solo se espera que funcionen, sino que también se
adapten a necesidades específicas de nuestra vida cotidiana.
El “pensamiento de diseño” se
empezó a desarrollar de forma teórica en la Universidad de Stanford a partir de
los años 70, y su principal precursora es la consultoría de diseño IDEO. Empresas
como Toyota, GE, 3M, Virgin, Ford, Boeing y SAP, lo han implementado e incluso IBM
el cual afirma a través de un estudio realizado que esta metodología puede
ofrecer productos o servicios al mercado dos veces más rápido, además de que
los equipos que lo utilizan son un 75% más eficientes. Según Buchanan (1998)
diseñar, como concepto comercial, nos remonta a la industrialización y a la
emergencia de la comunicación de masas, periodo durante el cual a través de un
tiempo comenzaron a emerger profesiones de distinta índole e identificaron a
esta práctica como un tipo de pensamiento consciente y de trabajo diferenciado de
otras la cual respondió a las
reflexiones sobre el papel del arte en la nueva sociedad industrial y a los
avances de la ingeniería mecánica, que estaban desarrollando diversas teorías
relacionadas con la organización del diseño en la industria y la creación de
máquinas.
Ya en el siglo XX, los primeros
escritos teóricos se centraron en el análisis de la forma, la función, los
materiales, la relación con la industria y, en consecuencia, la manera de
diseñar y producir. La mayoría de dichos escritos procedían de artistas y
diseñadores cuyos intentos teóricos fueron un tanto aislados. Sin embargo, es hasta
los años sesenta y setenta que se establece una teoría más sistemática y
consciente de esta profesión. En ese entonces las teorías del diseño se
vinculaban con la ciencia, en especial la cibernética y la teoría de la
información. En este sentido, una de las figuras clave fue Herbert A. Simon,
quien con el libro The Sciences of the Artificial (1969) estableció el concepto
de que el diseñador era un “solucionador” de problemas
Desde la década de los noventa hasta hoy, la teoría del diseño se ha preocupado cada vez más por nuevas cuestiones entre ellas los factores humanos. Esto responde, sin duda, a la necesidad de comprender a los usuarios, en esta nueva transición del diseño centrado en los artefactos, al diseño basado en experiencias. Así, la investigación en este ámbito se orienta hacia la indagación en los métodos en las ciencias sociales en relación con el diseño centrado en el usuario y su experiencia.
De esta manera nace el concepto
de Design Thinking el cual consiste en un método aplicado en la búsqueda de
soluciones innovadoras y creativas para las empresas, vinculadas a las
necesidades, gustos e intereses de los clientes. Según Bridget Van Kralingen
(executiva de IBM) "La última mejor experiencia que alguien tiene en un
lugar, se convierte en la expectativa mínima para la experiencia que desea en
cualquier otro". Ante esta perspectiva las empresas enfrentan retos
diariamente para innovar y llevar la experiencia de los clientes a otros
niveles. De ahí parte la filosofía del design thinking o pensamiento de diseño.
Como metodología el Design
Thinking, impregna todo un espectro de actividades de innovación y diseño,
impulsada por un profundo conocimiento adquirido principalmente a través de la
observación directa acerca de lo que las personas quieren, necesitan, les gusta
o disgusta, en relación con la forma en que determinados productos se hacen, se
empacan, se comercializan, se venden o responden al servicio post venta.
De la misma manera, como enfoque,
este no solo se centra en la creación de productos y servicios, si no se basa
en la capacidad para ser intuitivo, reconocer patrones, construir ideas con
significado emocional, funcional, y expresarse en los medios de comunicación adecuados
de una forma significativa para el mercado objetivo.
El uso del design thinking
facilita la solución de problemas, diseño y desarrollo de productos, así como
de servicios de cualquier tipo, mediante equipos multidisciplinares altamente
motivados, utilizando herramientas metodológicas etnográficas, técnicas de
creatividad, ideación y prototipado rápido, con el fin de aprender lo mas
rápido, barato y seguido posible de sus clientes y usuarios, manteniendo en
todo momento a estos como el centro de atención, y a la innovación y
creatividad como motores.
Su implementación consta de
varias etapas vinculadas a empatizar con los usuarios acerca de sus gustos y necesidades;
definir mercados hacia los cuales está dirigido el producto; idear todas las
estrategias posibles de acercamiento al mercado meta; prototipar de manera real
las ideas más prometedoras del producto y evaluar a partir de las reacciones de
los usuarios los distintos prototipos.
Las empresas líderes ven a la innovación como una de las principales fuentes de diferenciación y ventaja competitiva, razón por la que el pensamiento de diseño, caracterizado precisamente por promover la innovación y reuniendo lo deseable desde el punto de vista humano con lo tecnológicamente factible y económicamente viable, ha venido cobrando fuerza en los últimos tiempos y cada vez más empresas lo están adoptando.
Aprende a desarrollar esta nueva manera de trabajar con nuestro Programa Design Thinking para la Innovación de Negocios.